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Sala blanca circular

Actualizado: 18 nov 2020

La fabricación de productos farmacéuticos está sujeta a complejos y rigurosos controles de calidad, con el fin de minimizar los riesgos de contaminación de sus productos por bacterias o partículas que se encuentran en suspensión en el ambiente. Sin embargo, estos controles no son lo que más preocupa a los fabricantes.



Compartímos el artículo publicado hoy en la revista FarmaIndustrial: Revista que recoge toda la actualidad en el sector de la farmacéutica.


En los últimos años hemos visto cómo se ha ido generalizando de forma exponencial una conciencia medioambiental.


Las nuevas generaciones han adquirido una postura de rechazo hacia ciertos productos no eco y son, en muchos casos, brand-ambassadors incondicionales de las nuevas alternativas sostenibles y respetuosas con el medioambiente y los animales.


A este nuevo paradigma se le suma la situación actual de pandemia por la COVID-19, la cual ha acelerado la preocupación, ya no solo por el producto sostenible, sino también por un producto basado en la economía circular y de cercanía, que genere empleo e inversión local.


El sector farmacéutico no ha quedado al margen de esta tendencia. Lleva años instaurando políticas de sostenibilidad medioambiental y social, con el compromiso de que todos sus productos y procesos se realicen de manera responsable, a la vez que respetuosa con el medio ambiente, favoreciendo la conservación de la biodiversidad y la gestión sostenible de los recursos naturales.


Los expertos medioambientales buscan nuevas formas de producción orientadas hacia el respeto al medio ambiente y que ayuden a obtener un producto acabado aun más sostenible, basándose en 3 pilares:

  1. Implantación de nuevos mecanismos para lograr la optimización del uso de materias directas.

  2. Regulación de los materiales indirectos que se utilizan durante la fabricación.

  3. El establecimiento de mecanismos de control medioambiental, tales como el ponderado de uso de energía sostenible, la obtención de certificaciones de origen responsable de los materiales, el cálculo de la huella de CO2, el control del consumo de agua y su correcto tratamiento y depuración o la minimzación y correcta gestión de residuos.


"Hoy, en la nueva realidad, estas políticas cobran más relevancia que nunca y pueden convertirse en una oportunidad para las empresas que lideren una transformación integral, ya que obtendrán una ventaja competitiva, mostrando una imagen de responsabilidad hacia el entorno al usuario final."

Una de las últimas tendencias en salas blancas, está siendo la implantación del un modelo basado en la economía circular a través del uso de productos reutilizables, de proximidad y reciclables (figura 1).



Es este aspecto, uno de los pilares de este nuevo funcionamiento es la implantación de material textil reutilizable, el cual reduce los residuos y la huella de CO2 generada.



Desde el inicio de las salas blancas, y a falta de una buena alternativa textil, se generalizó el uso de prendas de protección desechables para garantizar la limpieza ambiental. Sin embargo, el residuo generado por el material ‘desechable/tejido no tejido’ es uno de los más elevados de entre el total de residuos en una sala blanca. De media, cada trabajador consume, de entre otros productos desechables, 2,3 buzos de protección al día. Tomando 22 días hábiles/mes, supone 50 buzos/mes y 600 buzos/año por usuario. A este volumen, debemos añadir el consumo de mopas de limpieza, pijamas y otros productos de un solo uso que se utilicen. Al no ser reciclable, termina en el contenedor gris, afectando de forma relevante los ratios medioambienta les del producto fabricado.


Ante esta necesidad, la empresa Technotex (fabricante textil desde 1890) ha desarrollado una nueva generación de tejidos de aire limpio reutilizables que, además de la necesaria protección, ayuda a reducir el impacto medioambital asociado a la producción y desarrollo de nuevos productos.


Estas prendas han sido homologadas y han obtenido el certificado por el laboratorio textil Aitex para reutilización durante más de 75 usos, manteniendo la totalidad de sus propiedades técnicas.


Retomando el ejemplo anterior, con tan solo 5 monos (1 por día laboral de la semana), el trabajador podría vestirse adecuadamente durante 1,5 años y evitar el residuo que generan 600 monos/año desechables.


El resultado obtenido, después de varios años de I+D, son tejidos de alta gama, 100% de fabricación nacional, que ofrecen distintas propiedades técnicas a la vez que mejoran el bienestar del trabajador.


Las prendas de protección se utilizan durante largas jornadas de trabajo, por ello es también importante ofrecer una solución que mejore el día a día de los trabajadores. Los tejidos, fabricados con fibras de poliéster multilobular (desarrollado para la fabricación de prendas técnicas deportivas de alta gama) ofrecen prestaciones actuales como: ligereza, un agradable tacto y un eficaz sistema de gestión de la humedad, el cual, mediante los más de 100 filamentos de poliéster texturado que forman cada hilo, provocan una fluidez natural de las moléculas de H20 (sudor) desde el interior hasta el exterior, exponiéndolas al paso del aire y facilitando su rápida evaporación (figura 2).




Una vez finalizada la vida útil de las prendas técnicas reutilizables, se pueden llevar a empresas especializadas de reciclaje textil que transforman estos productos en nuevas fibras, cuyo destino final será la fabricación de otras prendas y artículos textiles o subproductos para nuevas utilidades como, por ejemplo, insonorizantes para el automóvil, suelas de zapato, geotextiles o aislantes térmicos para la construcción. La recuperación de estas fibras textiles evita su vertido y permite ahorrar nuevos recursos naturales y contribuir así a la economía circular que cierra el ciclo medioambiental.






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